Ayer hubiera cumplido cien años, como Sábato, Fangio y tantos otros. Se fue antes, tranquila y en paz. A veces los días grises deciden acompañar los momentos tristes. El 5 de junio fue así. Tenía un secreto pero siempre dijo que se lo iba a llevar a la tumba, y cumplió como buena gallega cabeza dura. El Feliz cumpleaños en casa se lo cantamos igual. Dejando de lado la obsesión por los números redondos, creo que para ella fue mejor así (aunque sin gaitas y sin princesas, sapo Pepe y hombre araña en la torta).
Hoy mi hija mayor se fue al cine, la menor duerme la siesta y yo estoy tomando café colombiano en vaso térmico. Mientras me decido a empezar un trabajo que ya tendría que haber terminado se me ocurrió entrar acá. Fue una agradable sorpresa encontrar comentarios en posts de allá lejos y hace tiempo y me dieron ganas de escribir un ratito.
La voz de mi conciencia y la de mi marido que llamó para saludar y preguntarme que estaba haciendo me dice que este blog va a tener que ser abandonado nuevamente por un tiempo.